RESULTADOS EDUCATIVOS Y LAS TECNOLOGÍAS

16 Mayo 2012

No se debe apostar a las tecnologías como una fórmula mágica


Autor: Leda M. Muñoz, directora ejecutiva de la Fundación Omar Dengo

Publicado: La Nación


Dos publicaciones recientes sobre la tecnología en educación han causado una gran conmoción en las redes sociales y entre expertos en educación, tecnologías y políticas públicas: en primer lugar, los resultados tan modestos de la primera evaluación del proyecto peruano que incluyó la provisión de una computadora XO a más de tres millones de estudiantes: y en segundo lugar, el anuncio del cierre del programa español Escuela 2.0 que, como el peruano, trabajaba bajo un modelo tecnológico 1 a 1, es decir una computadora por estudiante.

En el primer caso, los resultados se unen a un importante conjunto de estudios evaluativos de este tipo de programas, muy recientes casi todos, cuyos alcances para algunos son decepcionantes dada la importante inversión financiera que representan y las grandes expectativas que han generado. Quizás lo más importante de este estudio en particular es su rigurosidad.


El segundo caso claramente obedece a factores políticos y financieros asociados a este proyecto español. Aquí las evaluaciones aún estaban en proceso, de manera que no son estas las que impulsan la decisión, pero ciertamente influyeron los resultados de los estudios recientemente publicados.


Potencial de las tecnologías.

La preguntas obligada: ¿Por qué esa distancia entre los resultados esperados por muchos, de transformación del proceso de enseñanza y aprendizaje y lo que la realidad va ofreciendo? ¿Es que las tecnologías no tienen el potencial que se ha dicho que tienen? La respuesta tiene varias dimensiones, y cada caso necesita su propio análisis, pero hay elementos que son comunes y que vale la pena señalar.


Un primer elemento ha sido apostar a las tecnologías como la fórmula mágica para arreglar los diversos y complejos problemas que afectan al sistema educativo de los países.


Las tecnologías por sí solas no pueden generar los cambios necesarios, aunque son instrumentos fundamentales para acompañar e impulsar aquellos, tanto como la mera introducción de los libros en su momento histórico no fue nunca suficiente (excepto para un reducido grupo de estudiantes que solo necesitan un pequeño estímulo para volar).


Los resultados van confirmando que las tecnologías amplifican lo bueno y lo malo del sistema, incluyendo las brechas existentes. Ese enfoque “tecnocéntrico” que sostienen que la entrega de computadoras es suficiente, y que los estudiantes, nativos digitales todos se encargarán del resto, va quedando descartado, por lo menos si lo que esperamos son logros educativos.


Cambios en educación.

Introducir cambios profundos y sustantivos en la educación demanda un esfuerzo igualmente profundo y sustantivo. En mayor o menor grado, todos los actores involucrados deben participar, incluyendo los padres de familia. Eso implica diseñar y desarrollar una intervención compleja, de múltiples dimensiones, liderada por personas y organizaciones con conocimientos sólidos, no solo en tecnologías, sino, más importante aún, en cómo aprende el ser humano.


Ciertamente, los enormes avances que estamos teniendo en campos como las neurociencias deben ser asimilados de manera seria y responsable por lo que definen cómo se aprende y se enseña en el aula.


La experiencia señala que se requiere un acompañamiento estratégico y constante a estudiantes docentes. Se ocupa canalizar la intuición digital en los estudiantes para propiciar su desarrollo cognitivo y social, promoviendo así los perfiles que la nueva sociedad necesita en sus ciudadanos: seres con pensamiento crítico, con capacidad para resolver problemas, trabajar colaborativamente, desplegar su creatividad, y aprender a lo largo de la vida.


En los educadores, para que pierdan el temor a usar las tecnologías, se apropien de ellas y sepan sacar provecho de su potencial para estimular un aprendizaje más cercano a los intereses y talentos de los estudiantes, un aprendizaje más basado en el uso de la información para construir conocimiento significativos, y menos en procesos de transmisión irreflexiva de la información.


Además, se requiere apoyo técnico constante y oportuno para docentes y estudiantes, sostenibilidad financiera y técnica, procesos continuos y rigurosos de investigación y desarrollo, monitoreo y evaluación, análisis y reflexión sobre los nuevos conocimientos y sobre la práctica diaria en el aula y fuera de ella, para enriquecer y ajustar constantemente la oferta educativa.


En resumen, no es una tarea simple, ni barata, ni del corto plazo, pero es una ventana de oportunidad que ningún país puede darse el lujo de ignorar o de echar a perder por falta de acciones coherente. El riesgo de montar proyectos improvisados es que pone en peligro la credibilidad de este tipo de oportunidades.


Vale la pena recordar que Costa Rica fue el primer país en la región en introducir las computadoras en las escuelas y sigue siendo guía y referencia de cada vez más iniciativas que surgen en Latinoamérica y el resto del mundo. Este estatus privilegiado se mantiene en el tiempo precisamente por la coherencia y solidez educativa, técnica y organizativa de los programas a cargo de la Fundación Omar Dengo que, en coordinación con el Ministerio de Educación Pública, es la responsable de llevar las tecnologías digitales a estudiantes y docentes del país con fines educativos.


Es precisamente en este sentido que la Fundación Omar Dengo está comprometida con la investigación, realizando importantes esfuerzos de evaluación y de monitoreo que permitan orientar las nuevas acciones que requieren un mundo digital en cambio permanente, así como mejorar y profundizar constantemente una sólida propuesta educativa con tecnologías que atiende a casi 500.000 estudiantes en todo el territorio nacional.


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