En los últimos años hemos disfrutado de una gran cantidad de estudios tanto históricos como científicos sobre el surgimiento de la lengua, oral y escrita, y su determinante impacto en la evolución de la humanidad, su crecimiento cognitivo y sus posibilidades de lograr mayor desarrollo y bienestar. Destaca el libro como reservorio de la palabra y del conocimiento, en sus distintas versiones a través de los siglos, el cual probó tener una enorme resistencia a los embates del tiempo, garantizando la memoria de nuestras civilizaciones y del conocimiento acumulado, junto, claro está, a la gran reserva que el cerebro de las personas ha representado y que se ha compartido con esmero con cada nueva generación mediante la conversación, las canciones y las historias.

La neuroplasticidad es una propiedad fundamental del cerebro para la sobrevivencia del ser humano, necesaria para aprender, adaptarnos a nuestro entorno cambiante, desarrollar nuevas habilidades, y tener “rutas y protocolos de acción” listas para proceder rápidamente cuando se necesiten. Pascual-Leone plantea que es un mecanismo que nos permite escapar a las restricciones de nuestro propio genoma.

Esta extraordinaria capacidad hace que cada acción que ejecutamos y repetimos se vaya convirtiendo en una especie de circuito neuronal dominante, mientras que los circuitos que dejamos de usar se van debilitando. El cerebro prefiere escoger las rutas de menor resistencia, es decir, esos circuitos dominantes, los cuales no necesariamente son las rutas de mayor calidad de pensamiento, solo las de más uso. He aquí la importancia de nuestras rutinas…

Los seres humanos aprendemos naturalmente y de manera constante, un rasgo fundamental que nos ha permitido sobrevivir como especie y habitar gran parte del planeta.

Cada cosa que aprendemos es el resultado de una activación de determinadas conexiones entre neuronas, cuyo patrón define la base de la memoria (no aprendemos sin la memoria). Esa “huella” neuronal se consolida cada vez que recordamos lo aprendido, de ahí la importancia de la práctica; y se puede ampliar, precisar, profundizar o ajustar mediante nuevos ciclos de activación de neuronas, es decir con nuevas experiencias de aprendizaje.

Aunque esta explicación suene complicada, aprender es relativamente fácil. Sin embargo, si aprendemos algo errado, la huella inicial que se marcó en nuestro cerebro no se borra nunca: se puede ajustar y hasta formar una nueva huella “corregida” pero no borramos la original. Es muy importante tener esto presente…

En el marco de su 34 Aniversario, la Fundación Omar Dengo (FOD), compartió los resultados del trabajo realizado en el 2020. En un año tan difícil y retador la FOD logró grandes resultados, entre ellos, acercar la tecnología a las escuelas Corral de Piedra en Nicoya; San Antonio, en Alajuela; Llano Bonito, en León Cortés; y el Liceo Rural Cerros, en Quepos; para hacerlas parte por primera vez de sus procesos de aprendizaje.

En total, 120 escuelas y colegios de todo el país se sumaron en 2020, a las diferentes modalidades del Programa Nacional de Informática Educativa PRONIE MEP-FOD, para un total de 4.137 centros educativos que ya son parte de esta iniciativa implementada por la Fundación Omar Dengo en alianza con el Ministerio de Educación Pública. De estos centros, más de 200 se ubican en zonas indígenas…

Las bondades de las tecnologías digitales para apoyar la educación no son un descubrimiento del año de la pandemia. El cierre de las escuelas está empujando al país a trabajar más duro para que las tecnologías sean parte de los recursos cotidianos en el hogar de todo estudiante.

Esta tarea impostergable no debe llevarnos a olvidar que un uso indiscriminado, negligente o excesivo de las tecnologías, sobre todo durante la infancia y adolescencia, tiene consecuencias que inquietan…

Más de 738 mil estudiantes y 4.051 centros educativos del sistema público nacional participaron de una o más propuestas educativas implementadas por la Fundación Omar Dengo (FOD) en 2019.
Esto se logró gracias al aumento en la cobertura del Programa Nacional de Informática Educativa (PRONIE MEP-FOD) al 92.2% del territorio nacional, lo que representa un total de 3.897 escuelas y colegios entre preescolar y noveno año.
Un año más, el PRONIE MEP-FOD contribuyó a través de diversas propuestas educativas, con el cierre de la brecha digital al pasar de 9,4 estudiantes por computadora en 2014 a 5,6 en 2019; cifra que se reduce a 2,9 estudiantes por computadora en la zona rural, con el fin de brindar más oportunidades de acceso a la tecnología…

El pasado 28 de marzo, presentamos los resultados de nuestra gestión durante 2018 y entre los logros más significativos, celebramos que el Programa Nacional de Informática Educativa PRONIE MEP-FOD, llegó casi al 90% de cobertura. Esto significa que:
1) casi 700 mil estudiantes del ciclo básico del sistema de educación pública, tuvo acceso a la tecnología como parte de su proceso de aprendizaje
2) llegamos a 255 centros educativos más, para un total de 3.466
3) tenemos 5,9 estudiantes por computadora (De 9,4 estudiantes por computadora en 2014)
4) más de 7 mil estudiantes están siendo beneficiados en zonas indígenas.
Además, en 2018 formamos a más de 8.300 personas con ofertas educativas en emprendimiento, ciudadanía digital, cursos de robótica, programación y computación física; redes de computadoras y en propuestas de desarrollo profesional docente…

El 89,9% del total de estudiantes matriculados en 2018, tuvo acceso a la tecnología como parte de su proceso de aprendizaje en el ciclo básico del sistema de educación pública, es decir, un aumento en la cobertura de 2,3% con respecto al periodo anterior.
Esto significa que casi 700 mil niños y jóvenes de primaria y hasta noveno año fueron cubiertos por el Programa Nacional de Informática Educativa (PRONIE MEP-FOD), por medio del cual la Fundación Omar Dengo (FOD) en alianza con el Ministerio de Educación Pública (MEP), busca llevar la tecnología a las aulas como una herramienta de aprendizaje para potenciar las capacidades requeridas en el siglo XXI…