CUANDO LAS COMPUTADORAS LLEGARON AL AULA

05 Julio 2017

No sabemos cuáles serán las tecnologías del mañana, ni los puestos de trabajo que demandarán


Autor: Leda M. Muñoz, directora ejecutiva de la Fundación Omar Dengo

Publicado: La Nación


Hace tres décadas, Costa Rica tomó la decisión de introducir computadoras en las escuelas públicas. La intención primordial era aprovechar esta poderosa herramienta para estimular el desarrollo de capacidades cognitivas complejas, como pensamiento lógico y resolución de problemas.


Paralelamente, se buscaba contribuir a minimizar la brecha digital que ya surgía; promover nuevas dinámicas de aprendizaje, como el aprendizaje basado en proyectos, la interdisciplinariedad y la colaboración; estimular vocaciones asociadas a las ciencias y las tecnologías; y enseñar el lenguaje digital de la programación, hoy considerado la segunda alfabetización.

La Fundación Omar Dengo en alianza con el Ministerio de Educación Pública ha liderado el proceso de transformar esa idea en un programa cuidadosamente diseñado articulado, que actualmente beneficia a casi 2.800 centros educativos y a más de 620.000 estudiantes.


Los aprendizajes que se decidieron promover y las metodologías diseñadas para ello, han sido, y siguen siendo, sello distintivo de Costa Rica a escala internacional, y así lo señalan premios y reconocimientos recibidos. Los resultados de rigurosas investigaciones revelan que la estrategia por la que se optó genera logros educativos relevantes y medibles en temas clave como la resolución de problemas.


En años recientes, cada vez más países están acercándose a nuestro modelo pedagógico, introduciendo elementos como la programación en su currículo nacional, planteándolo ya como parte de las nuevas alfabetizaciones del siglo XXI.


Transformación

Durante estas tres décadas, la sociedad costarricense se ha transformado con gran celeridad, incluyendo la arquitectura de su economía. De ser un país exportador de productos agrícolas, pasó a tener un PIB estructurado con el mayor aporte porcentual de las altas tecnologías (servicios y productos) de la región latinoamericana, e incluso ocupa un lugar destacado en el mundo.


Casi un tercio del PIB se origina en este sector, con un fuerte dinamismo que hace pensar en un crecimiento aún mayor en el futuro. Es un sector amigable con el ambiente e intensivo en el conocimiento y los servicios que prestan las personas, una buena fórmula para un país como Costa Rica, una fórmula que requiere personas que sepan apropiarse de las tecnología, algo a lo que sin duda esta alianza entre la Fundación y el MEP ha contribuido.


Actualmente, a nadie sorprende la presencia de estos dispositivos en las aulas costarricenses, y al contrario su ubicación en todas las esferas de la vida cotidiana es evidente. Por lo que conocer su lenguaje base resulta, cada vez más, una capacidad fundamental para las personas en una sociedad donde la realidad física se fusiona cada vez más con la virtual.


No sabemos cuáles serán las tecnologías que vendrán mañana, ni los puestos de trabajo que demandarán, pero con fundamento sólido en los principios del pensamiento computacional y el desarrollo de capacidades clave como el pensamiento lógico y la resolución de problemas, la colaboración y el emprendimiento, las nuevas generaciones estarán preparadas para comprender los cambios que vengan y funcionar constructivamente en esa nueva sociedad.


Cultura de innovación

Hoy, de cara a la cuarta Revolución Industrial, y como parte de una cultura basada en la calidad y la innovación, en las aulas de informática educativa se conjugan la programación, la robótica, el diseño, el movimiento maker o la Internet de las cosas, junto con los conceptos fundamentales del pensamiento computacional, como big data y analítica o máquinas de estado finito, impulsados por el aprender haciendo, para conocer el lenguaje digital así como la lógica y modos de resolver los problemas del futuro.


Fortalecer la capacidad propositiva y prospectiva, y traducir esta en propuestas educativas concretas, es crítico para que las nuevas generaciones puedan enfrentar un incierto futuro que ya nos viene avisando cuán disruptivo será.


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